Siempre estamos comunicando algo.  Con una mirada, con un gesto, con una caricia, con un golpe, siempre comunicamos; cuando esperamos impacientes y nuestro pie se mueve nerviosamente; cuando hacemos un aspaviento de inconformidad; cuando negamos con la cabeza.

 

Siempre estamos comunicando algo y, también, la mayoría de las veces intentando vender algo a través de nuestra comunicación.  En este punto es bueno considerar siempre que la palabra humana tiene siempre una cierta ambigüedad, sencillamente porque requiere de dos entidades: el emisor y el receptor.  Y toda ambigüedad afecta la efectividad de un mensaje.  Por eso hay que resaltar que una mejoría en los estándares de nuestra comunicación mejoraría, definitivamente nuestros negocios.

 

No obstante, no debemos orientarnos a vender a toda costa, con un utilitarismo a ultranza; no resulta benéfico.  Esta reflexión no es sólo ética o moral, sino ampliamente práctica.  No conviene que la gente compre sin conocer los límites de un producto porque podrían estar esperando mucho más de lo que tal producto puede aportar; el resultado lógico sería una frustración post-compra (o, como dice la teoría, una disonancia cognoscitiva).  No conviene que el consumidor compre sin necesitar nuestro producto porque asociará nuestra imagen con lo superfluo y lo accesorio y lo innecesario; eso lo podría transmitir a sus conocidos y nuestra mala fama crecería sin saberlo nosotros.  No conviene que nos compren porque “huyen” de otro producto que es malo porque entonces nuestra ventaja no estaría construida sobre nosotros mismos, sino dependiente de los errores de los otros; esto nos acarrearía una gran debilidad como marca y un pobre posicionamiento.

 

Después de estos razonamientos es más fácil poder argumentar que no sólo es bueno decir la verdad, sino que es más conveniente.  Aunque no hemos de dejar pasar por alto que toda conducta nuestra merece –más aún cuando vivimos en una comunidad—de que observemos ciertas normas.

 

Nuestra comunicación publicitaria tiene ya un boleto de entrada a los hogares del auditorio.  Por tanto debemos ser cuidadosos con lo que decimos y cómo lo decimos.  Nos ve gente que podría ser nuestra madre, nuestra hija, nuestra hermana, nuestros hijos, hermanos y amigos.  Debemos saber que los medios de comunicación tienen un carácter que les es inherente, ser educadores de la población.  ¿Qué educación es la que abanderan y cuál es la que transmiten?  Es una respuesta que debemos dar a diario.

 

_________________________________________________

León Mayoral, MC   •

LEM Tecnológico de Monterrey 1987.

Master en Comercio Exterior EAE Barcelona 1989.

Master of International Management ESADE Barcelona 1991

Consultor Certificado CONOCER 2004

Doctorado en Educación 2007

direccion@leonmayoral.com