Tuve la suerte de conocer y frecuentar a Abelardo Casanova, profundo pensador contemporáneo, analítico de políticas y sociedades y crítico de posturas tibias y de dobleces.

Con asidua admiración por su rectitud, por su profesionalismo como periodista y por su claro arte de escribir, repetí una y otra vez los encuentros en su oficina del periódico Información, en la coyuntura de pedir y recibir apoyo a nuestra joven e incipiente brega como músicos y poetas en el grupo Malasangre. Lo que recibimos fueron espacios, imágenes y palabras para contar nuestras razones de ser en la música y la poesía, enriquecidas, ¡y tanto! con aquellos contactos. Estos encuentros que se extendieron más allá de la disolución de aquella iniciativa tan intensa y añorada, ahora en la coyuntura de ser inesperadamente el cuñado de su hija.

Muchas noches, tardes y mañanas compartía con Don Abelardo, o mejor dicho, bebía yo de Él. Qué anécdotas tan sabrosas para conocer (y atesorar hoy ese conocimiento) sobre los inicios de su profesión que pasó por la actividad publicitaria en una renombrada Delta Publicidad, junto con Armando Cantú y Memo Trunbull, allá por la década de los 70s.

Recuerdo su columna, Hechos y Palabras, con tantos temas que ayudaron a forjar mi sentido crítico y estético. El ver y observar; el pensar y razonar; el decir y manifestar; el ser vertical, valiente y valioso.

Recuerdo las pintas en las tapias de su casa de la Aguascalientes, con el famoso “Casanova mientes”.

Recuerdo las charlas tan sabrosas sobre temas cotidianos que se volvían tan interesantes por las diversas perspectivas que todos los involucrados -sus hijos e hijas, mis hermanos y colegas -aportábamos a la conversa.

Todo este largo preámbulo sale de natural por el gusto de recordar sus palabras y sus hechos para subrayar aquella idea que repetía: “Desde que tengo uso de razón, siempre he escuchado a las autoridades y los estudiosos señalar que iniciamos una tal crisis; lo he escuchado en el 76, el 82, el 86, el 94… Siempre he escuchado que iniciamos una crisis, pero nunca he escuchado que alguna de ellas acabe.”

A Don Abelardo poco le tocó experimentar la del 2008 y ya no las que han seguido, la del 18 y la actual del 2020, pero todas se cortan con la misma tijera.

Todas las crisis inician, pero ninguna crisis acaba. Así que podríamos decir que tenemos todas las crisis traslapadas unas sobre otras, contando casi una decena de crisis acumuladas y coincidentes en nuestra generación.

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León Mayoral

Publicitario miembro de ASPAC

Por un México bueno, culto, rico y justo.

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