Erich Fromm, en su interesante libro “Y seréis como dioses” reflexiona acerca del hombre y su conducta. La independencia no se logra –afirma- sólo por dejar de obedecer a los padres o al estado. Independencia no es lo mismo que desobediencia.

La independencia es posible solamente si, y según el grado en que, el hombre asume activamente el mundo, relacionándose y así se hace uno con él. No hay independencia ni libertad a no ser que el hombre llegue a la etapa de la completa actividad y productividad interior.

Preciosa reflexión que nos plantea una forma enteramente más positiva de ser independiente, sumarnos al trabajo humano por un mundo mejor.

En otra parte del libro habla del descanso, apoyándose para ello en la observación del Sábado judío. El “descanso”, en el sentido del Sábado tradicional –señala Fromm- es muy distinto del descanso definido como no trabajar o no hacer un esfuerzo; de una manera similar paz, en la tradición profética, es algo más que la mera ausencia de guerra: expresa armonía y plenitud.

El Sábado el hombre cesa completamente de ser un animal cuya principal ocupación es luchar por la supervivencia y mantener su vida biológica. El Sábado el hombre es un hombre pleno, sin otra tarea que la de ser humano. En la tradición judía el trabajo no es el valor supremo, sino el descanso, el estado que no tiene otro propósito que el de ser humano.

Hay otro aspecto del ritual sabático que es importante para su comprensión. El Sábado parece haber sido una antigua fiesta babilónica, celebrada cada séptimo día del mes lunar, destinada al duelo y autocastigo. Para los judíos, en cambio, no era un día “malo” sino bueno; era lo opuesto, un día de alegría y de placer. El comer, beber y el amor sexual han caracterizado al Sábado judío durante los últimos dos mil años, un día de libertad y de alegría.

Saturno, en la antigua tradición astrológica y metafísica, simboliza el tiempo; y tiempo significa muerte. En cuanto el hombre es como Dios, dotado de alma, con razón, amor y libertad, no está sujeto al tiempo ni a la muerte. Pero en cuanto es un animal con cuerpo sujeto al la naturaleza, es un esclavo del tiempo y de la muerte.

Ambos pensamientos, el primero sobre la independencia basada en el trabajo productivo y el segundo, sobre ese descanso positivo, lleno de libertad, razón y amor, resultaría muy beneficiosos incorporarlos conscientemente a nuestras vidas cotidianas. Sólo así podremos edificar ese México bueno que todos queremos.

 

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León Mayoral

Publicitario miembro de ASPAC

Por un México bueno, culto, rico y justo.

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