Hasta hace poco, la palabra ocio había significado algo negativo, algo a evitar, criticable. Es en tiempos recientes que comienza a tomar otro significado. El ocio ya no es tanto un insulto al trabajo; no es ya el antagonismo a la laboriosidad.

Se le imputaba al ocio el no hacer nada absolutamente, algo así como una muerte vacía de contenidos. al ocio se le consideraba “la madre de todos los vicios”. Hoy esto sólo sería aplicable al ocio de los holgazanes que ponen su ingenio y capacidad intelectual –a veces mayúscula- al servicio del abuso y del mal.

Afortunadamente el concepto de ocio ha ido mutando. El ocio comienza a ser el justo contrapeso al trabajo, al esfuerzo, al cansancio. Incluso en nuestra sociedad en desarrollo, donde aún hay rezago en el pleno empleo, comenzamos a valorar el ocio como un tiempo para poder dedicarlo a la convivencia con la familia, al esparcimiento recreativo y a las pausas gestatrices de creatividad.

Desde esta nueva visual podríamos revisar el ocio en estas posibles facetas:

El ocio como tiempo libre individual. Qué bueno sería que este tiempo libre se utilizara para algo más que una huida del estrés y la monotonía. Que fuera, sobre todo, un reencuentro nuevo, sorprendente, con uno mismo. Descubrirnos cómo realmente somos, con nuestras posibilidades, sueños, deseos y también con nuestras limitaciones y fallos. ¡Conectar con nosotros mismos!

El ocio como vacaciones. Para comenzar, se habrá de reclamar la reivindicación del valor de la persona humana como parte de un núcleo que es la familia. Se deberá pedir sincronizar las fechas para que se pueda reunir la familia o los seres queridos, siempre primando esta dimensión humana sobre las necesidades más aleatorias de las empresas. y este tiempo habría de ser un tiempo privilegiado para la libertad personal, un espacio más intenso para la iniciativa y la creatividad. No sólo una evasión, un descanso, o una compensación, sino que, vivido activamente y densamente, ha de constituir un motor de planificación gratificante, una ocasión esplendorosa de relaciones interpersonales, sin prisas, ni agobios, ni urgencias.

Las personas que avizoran más lúcidamente estas necesidades profundas de cambio de inventiva con el fin de atemperarse con el tiempo que viene, afirman que es urgente vislumbrar, entre otras cosas importantes, un nuevo orden económico y social.

Quedan, pues, por descubrir y atender muchas relaciones sociales de la familia y los grupos humanos. Será necesario ampliar los espacios de investigación y creatividad en muchas dimensiones del vivir humano, según las posibilidades y los deseos de las personas. Un nuevo orden económico, al servicio de toda la sociología de la paz y de la fiesta que conduzca a una realización plena del hombre, en sus ámbitos de trabajo, ocio y convivencia.

(Forcada-Rubio-Cussó-Mayoral)

 

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León Mayoral

Publicitario miembro de ASPAC

Por un México bueno, culto, rico y justo.

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