Los mejores logros de la humanidad no han sido conseguidos por ensalmo ni por casualidad. Ha sido necesario un propósito impulsor, una metodología seguida con disciplina y una filosofía iluminadora. Esas tres directrices han de acompañarnos en la edificación de todo proyecto como condición sine qua non para su feliz culmen.

Es necesario un propósito inspirador, un objetivo trascendente, una alta meta que estimule nuestra alma hacia el movimiento. Es necesario un método claro, una forma confiable para avanzar y movernos del lugar inicial al lugar ideal. Es necesario contar con una filosofía que nos dé la seguridad y certeza de que hay siempre un desenlace superior, mejorado, con respecto a la situación donde nos encontramos ahora. ¿En qué creemos? ¿Qué mueve nuestros pasos? Importante y crucial contar con una convicción de ir a mejor cada día.

 

Persiguiendo ese propósito que hemos definido, a través de una metodología confiable y sustentados por una filosofía inspiradora, seis actitudes pueden blindarnos en los proyectos personales o empresarial previniéndonos de acechanzas y preocupaciones.

 

Sencillez. Valorar a cada uno de nuestro equipo y darle lo que le pertenece; reconocer sus aportaciones y avances, aún y que éstos sean breves y modestos; valorarles a ellos, sí, y también a uno mismo en temas trascendentes como la hondura de alma, la capacidad de amar, la orientación del espíritu hacia lo trascendente.

 

Trabajo. Entregarnos con entusiasmo a la tarea propia, sea ésta la que sea, hágase con las manos o con el alma. Dejarse tocar por las palabras e inspiraciones que llegan de lo alto y permitirnos ser el conector de esos vectores profundos con lo simple y superficial de lo cotidiano, iluminándolo.

 

Entrega. Darnos nosotros mismos a cuantos nos rodean, mostrar nuestra solidaridad con todos los que componen nuestra comunidad, y hacerlo con sinceridad, por encima de nuestra raza o color, nuestro apellido o clase, nuestro grupo social, nuestra edad, pensamiento o fortuna.

 

Justicia. Agudo olfato para descubrir el dolor que sienten los demás y mostrar una incansable inquietud por la equidad, mientras no se encuentre la suficiente felicidad para todos.

 

Verdad. Abanderar un apasionado amor hacia la verdad, sentir un sincero terror a todo tipo de prejuicios, mostrar un constante valor para decir la verdad entera ante los que nos rodean.

 

Confianza. Ejercer una fe radical en el futuro. Cultivar la convicción de que la vida resuelve siempre en una situación mejor que la anterior, porque esa es su esencia, el bien mayor. Saber que los que vienen detrás serán siempre mejores que nosotros hoy, porque esa es la esencia del ser humano. Tener claro todo esto, y luchar para que así sea.

 

Es esta esperanza la que debemos construir día a día con una invencible alegría, basada en la certeza de que somos hechos a semejanza de quien creó toda la existencia; certeza de que fuimos creados por su amor. Qué hermoso sería vivir en un mundo en el que fueran estas cosa las buscadas por todos, y no sólo una lucha por adquirir cada vez más y mejores cosas materiales. Pues podemos, mediante nuestros actos, ir haciendo que esto sea una realidad dada día.

 

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León Mayoral

Por un México más bueno, más culto, más rico y más justo.

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